
A veces, pocas palabras bastan. Y es que la vida, resolvería cualquier enigma por complicado que fuese, sin mayores planteamientos, y somos nosotros los que mil vueltas decidimos darle. Y de eso, sabemos bastante amiga. La vida nos da y nos quita cosas, como si de niños ilusionados por muñecos se tratase, y que le vamos a hacer, si la vida intenta manejarnos a su antojo. Sin más rodeos, la quiero. En resumidas palabras me hace reír infinitamente. Y es que cuando la misma vida quiere tratarte bien, te regala maravillas. No importa que problemas nos bombardeen, que mal día tengamos... porque basta solo una mirada, y una sonrisa, y entonces sé que vuelve a estar ahí, y que estoy apunto de reír de nuevo. Y no son necesarias más que las explicaciones que queremos dar, ¿y qué si me pega su locura? Muchas veces es mejor que la cordura. Vuelvo y repito, la quiero, y es que a veces, como ya dije, pocas palabras bastan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario